Alberto aguarda en la fila a que abran la puerta del correo.
Pide el formulario, lo completa y envía el telegrama de renuncia. Ya no siente
el nudo en su estómago ni late a punto de estallar la vena de su sien. Llega a la oficina y se explaya durante media
hora en el baño privado de su jefe. Al salir coloca un CD de Frank Sinatra. Toma
la mano de Irma la contadora, le susurra al oído y bailan apretados. Se despide
con reverencias.
jajaja q lujo renunciar así!!!
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