domingo, 8 de septiembre de 2013

Mujerengo con Gardel




El cuerpo de Mujerengo todavía hierve de victoria. El calor de su lomo se condensa con el frio húmedo y lo rodea el vapor blanco. Sigue agitado, indiferente al revuelo de la premiación. Le cambian el mantón por uno limpio, el dueño se ubica a un lado, el jockey al otro y se sacan la foto para la revista. Es el número tres. El primero al que le acierta la flaca, después de diez carreras. La suerte le era grela hasta que encontró su nombre y se sintió identificada. Además era barrero, acostumbrado a correr en la pista minada de charcos. Le apostó veinte pesos a ganador, aunque tuvo que contenerse para no dejar todo lo que le quedaba. Ahora mira el ticket, mira al caballo y vuelve a la pizarra. Paga $2,80, asi que cobrará poco más de cincuenta pesos. No importa que no vaya a recuperar todo lo que lleva gastado, esto es una cuestión de honor. Porque será novata pero bien que se estudió el oficio: el ranking de jockeys, las predicciones de los periodistas, hasta la genealogía burrera se leyó.
Pero esta vuelta fue diferente porque se encontró con Moira, la ex que la había llevado al hipódromo por primera vez. Para ahogar las penas se alejaron de la pista y se prendieron un faso. Nada de paraguayo, le dijo la ex, estas son flores, y de las buenas. El dealer le había hecho un regalito especial. Una cosecha premium que en el mundo de Moira se canjeaba por algún berretín sexual. Se sentaron en las escalinatas detrás de la confitería cheta, cerca del trailer donde transmite la radio. Por la tercer pitada más o menos el conductor dijo algo sobre Gardel y la poligamia. Parece que el gorrión picaba variado. Según él no estaba en la naturaleza del hombre ser monógamo y era su deber tener todas las parejas que pudiera mantener. Pero no se limitaba a una poligamia hétero, lo suyo era la pansexualidad anarquista. O por lo menos eso le dijo Moira, mientras le metía una mano, discreta, sin dejar de analizar la revista. La flaca siempre se dejaba, aunque se sintiera una basura. 
Los preferidos de la revista son una mierda, dijo Moira, pero esta vez me parece que tienen algo eh. Estoy entre Dream Winner y Mujerengo, los dos vienen de ganar en San Isidro. Mujerengo, grito bajito la flaca, conteniendo una convulsión pélvica. Moira la miró satisfecha, agarró sus cosas y se fue a apostar. La flaca se puteó un largo rato mientras se terminaba la tuquita que le había dejado. Escuchó la campana y salió picando a las cajas. La chica la conocía así que le tomó igual la apuesta. Le dio el ticket con su numero de teléfono del otro lado.
Ahora la flaca camina con el copete en alto. Cuando termines te invito una cerveza, le dice a la cajera, con los cincuenta en la mano.