lunes, 20 de octubre de 2014

FEiNÓMENO




Acá estoy viendo la tele con George en su casa quinta en González Catán y me encuentro con un anuncio por lo menos curioso: el jueves próximo se medirán a raquetasos Feinmann y Andy Chango por la "Copa Charuto". A pesar de mi bien conocido fanatismo por el deporte de la pelotita verde-limón, que nos ha regalado jovencitas tan fuertes como Martina o Gabi, esta vez deberé perderme el match por cuestiones ideológicas. Pues, queridos amigos, queda aquí develada la infame representación del crispado periodista. La verborragia moralista, como siempre sostuve yo, no era más que una formidable actuación, quizás digna del maestro Stanislavski. No era una sentida indignación por el quebranto de los valores de la ordenada vida de amor familiar entre varones y mujeres, de muy discretas perversiones, devotos y protectores de la nación republicana. Ni mucho menos sus juicios y gestos categóricos eran la expresión de la repugnancia que sentimos los que luchamos contra el elíxir canábico al ver a la juventud lobotomizada por la diabólica chala. No. Sus titánicos combates televisivos contra el vicio y la delincuencia, que tanto nos habían ilusionado, son un mundano producto mediático para sumar televidentes entre las Doñas Rosas de los barrios bajos. Pero no queda más que resignarse amigos, el apocalípsis ya está a unos pocos charutos de distancia.