Una
noche templada de febrero, lluviosamente veraniega. Se siente como que afuera
debe estar más fresco. La Negra corre el ventanal y entra una cortina de
gotazas, viento y motores de colectivos.
¡Eleeeeee!
¡Está pasando el 60 por acá! ¡Y el 152, y el...están pasando todas las líneas
por acá!
Si
, ¡está todo cortado! La respuesta de Keta se extiende en un refunfuño
ensimismado, demasiado críptico para siquiera cautivar la atención de la Negra.
Ella tiene la vista estirada a lo lejos, hacia la otra esquina. Un reflector
improvisado por la mega torre de enfrente le colorea el contorno de los rulos
húmedos.
Noooo,
¿sabés quién va ahí? Ahí pasa la escoba de Harry Potter. ¡No se da cuenta que
puede ir por arriba de los autos la boluda! Es que está como hechizada...
¿Esta
Hechizada también?
SI,
claro. Y ahí viene Cacho Castaña, saluda sentado adentro del cajón. Tiene un
pucho en la mano, es un inconsciente, ¡se va a morir así! Pero no se la ve
pasarla mal eh...va rodeado de gente, las nenas, los nenes...Mirtha va rodeada
de su cubo de cristal, que es invisible a los ojos de los plebeyos igual eh.
Mirtha es la Blanca Nieves original, la de antes de Disney.
Boca
ataca a Palestina. 2 a 0. Ni eso la distrae.
Daniel
Tinayre, como buen franchute, ya lo sabía esto. No la quería, porque nadie la
puede querer a Mirtha, porque al ser una semidiosa es...inquerible. La vieja la
pasa muy mal cuando va a al baño...sí, pobre. Porque mea diamantecitos.
Amarillos. Que después, una vez cuando andaba por Once hay un lugar que te
vende pulseras con esas piedras y te dicen que es la piedra pura de la
salvación, o no sé de qué, pero en realidad es el pis de Mirtha.
¡Bueno
cerrá querés, que se entra la baranda de Cacho!.
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